

A partir del momento de la compra de los nuevos bancos, estos llegan al municipio y son distribuidos en los mismos emplazamientos de los bancos deteriorados, y con dos o tres trabajadores municipales proceden a realizar la obra de retirada de anclajes al suelo, cambiar los mismos por otros nuevos y fijar con cemento los nuevos bancos al suelo. Cargan los antiguos y los llevan a las dependencias municipales donde quedan depositados hasta que un chatarrero se los lleva al precio módico del hierro de chatarra. Practicamente la totalidad de las patas metálicas de los bancos en España son importadas de China (siendo prácticamente todas de los mismos modelos, pues son homologados), cada empresa de mobiliario urbano importa la suyas, aun cuando muchas de estas empresas lucen en su denominación social el termino “fundición”, lo que las retrotrae a un pasado distante en el que fundían sus propias patas o las elaboraban de forja y complementaban el negocio comprando madera, contratando su elaboración y montándola sobre las patas de hierro que querían vender. Hoy en día, compran las patas en China, y compran la madera a almacenistas en España, madera esta que o bien ellos mismos acaban de elaborar o llevan a un fabricante para que se las acabe, o en otros casos contratan con el fabricante la madera acabada y barnizada puesta en sus instalaciones, siendo que el fabricante comprara la referida madera semi-acabada a los almacenistas que importan esta en medidas genéricas.
Bancos deteriorados Perfiles nuevos
Bien sea de una forma o de otra, sabemos que las patas de fundición o de forja acabaran siempre en las fundiciones de las siderúrgicas fundiéndose y generando emisiones de CO2 y consumos de energía perfectamente evitables si las hubiésemos mantenido en sus lugares instaladas, pues los modelos de los bancos son homologados por los Ayuntamientos y prácticamente siempre son los mismos que además van a ser situados en los mismos lugares de los anteriores, de donde nunca deberían haber salido.